domingo, 30 de mayo de 2010

Tragedia bien entendida

El piso se convierte en un espejo que refleja como quiere. Las luces de los autos son proyectadas con líneas infinitas, líneas que no continúan para siempre, pero si hasta donde se las busque con la mirada. Es que llueve.
La posibilidad de jugar a ser el hombre neoliberal, dar vueltas, girar sin ser encontrado nunca, saltar de dimensiones con permiso para matar, a lo 007.
Con valores y amistad eso sí. Ama perder el tiempo aunque le cuesta. Con tendencias a las obsesiones de acumulación aunque no económicas. Tendencia selectiva a la obsesión selectiva que él no decide. Que eso es Jambes Bond, la violencia en la imposición de obsesiones no alcanzables, que tanto duelen. Una licencia para matar y finales felices, donde eso quiere decir mujeres y champaña en hoteles caros, en islas del caribe pagados por alguien más.

Pero igual sigue creyendo, porque fracasa a escaparse de eso, el buen nihilismo lo lleva al mal nihilismo antes que a otra cosa, y así no hay ganas de vivir.

No puede hacerlo todo, tampoco busca tender a los extremos para alcanzar el equilibrio. Ya no. A veces confía en sí mismo, pero él no decide cuando. Le gustaría tener un enemigo contra quien luchar, un equipo de fútbol del que hacerse hincha.

Esa es una mezcla confusa, anacrónica de su presente y su pasado.

Su vida, que al final se resume en la administración de arranques de energía cuyo origen no comprende, y sobre todo, en la ilusión de poder comprender ese origen para así controlarlo. La ilusión del control, que prende rápido en el hombre, una ilusión que él no invento, pero a la que quedo pegado, como electrocutado.
Seguir tratando de Comprender, con toda la historia de la civilización detrás.
Racionalismo y Misticismo que tejen alianzas en las luces tenues de la noche.
Sahumerios, bailes, ciencias, libros de autoayuda que no lee pero sí escribe, multiculturalismo y cultuculturalismo,
sabiduría de las cuatro de la mañana y sin credenciales.
Sobre todo, cuestionamiento de autoridad y de toda la violencia que le fueron metiendo como miga de pan empujada dentro de la oreja por un pulgar enorme.
Armonía anarquizante, o anarquía armonizada.
Alguna de esas cosas.
El final siempre abierto, cerrarlo es la muerte, concluir solo se puede ser el final de la vida. En otras palabras, el culto a la juventud. El no pensar en la vejez y menos en la jubilación.

Neoliberalismo, socialismo real, un padre que le da 6 pesos por día a su hijo de ocho años y le dice que si aprende a administrarlos tendrá el dinero suficiente para acompañarlo a Brasil al final del año. No el suyo, algún otro.
Todo eso como la tragedia de la búsqueda, que se hace de todo eso, de ir batiendo y bailando, con la firme creencia de que es posible crecer sin perder la locura y sin volverse loco.

Castillo con una baraja

Prologo, (de Charlie)

En el otoño te despediste…
Cada hojarasca será tu saludo, tu bendición.
La naturaleza no se entiende, se recibe… se acepta.
Pero esto… pagarás con cata hoja otoñal, porque tú has pinchado este balde.
Ahora gotea… aún hasta hoy, sí, gotea.

Acércate, si quieres, a mi lamento terrenal…
Como la espuma a las olas, yo te recibo muerte!

Castillo con una baraja

Liberación frente al dolor, dejar el dolor para hacerse brizna, el jazmín se abre cuando los colectivos empiezan a bombardear, los autos y los peatones que salen de sus casa, todos sincronizados, golpeando con sus pies la calle que resuena a metalico, y ahí una organización.

Pronto empieza la caminata diaria el recorrido, los deberes diarios, el sin fin de pensamientos que te atraviesan la Zapiola. Lo cotidiano y lo preconcebido, como parte de un programa.

Los letreros proclaman su nuevo veredicto y a esto nosotros le cantamos

“No me digas que hay que currar
no te voy a dejar.
Tendrás que derribar muchas
paredes gruesas,
hechas de corazón.
Ideas, musculos, Carne,
flores violetas, grises
tristeza y sangre
No me digas que hay que currar,
no te voy a dejar
No me digas que hay que currar
yo no te voy a dejar,
tendrás que pasar sobre caravedes,
restos
y eso seguro algo de asco te va adar
esa educación burguesa eclesial
no te dejará pasar barreras
serás racional

El coro proclama el veredicto, una cumbia latina al ton y zon, el flow fue copado, en pura identidad de rumba, bien caliente, bien fuerte, erecta, sin doblarse. Por cada rumbeada un estrepitoso cañón resuena.

Veo a un pibe hablando con su sombra y le digo:

“Tomate un mate pibe, porque al mate, nadie le gusta el mate. El mate representa la unión y la solidaridad. Así que vos Alemán no me vengas a decir que sos un gaucho, vos nunca lo vas a ser, lo mataste vos, lo mato roca. Nunca va a serlo porque nunca vas a saber lo que es una lanza tacuara, nunca vas a saber lo que s limpiarse el culo con el pasto por no tener guita para comer, nunca vas a entender estar perseguido y proclamado como animal, nunca vas a entender como alguien proclamado como animal leude tener sentimientos patrióticos e ilusiones derrumbadas por gobiernos de espada y fusil.”



Las estrellas se empiezan iluminar, poco a poco se van pintando en el cielo. Ahí se puede ver la cruz del sur, el cinturón de Orion, las tres marías, algunas que otras estrellas y sobre todo la cara de ella. Que manera de mundar tiene esta noche, pozo suave que no puede dejar al indio en paz. ¡Dejá al indio en paz! ¡No lo vengas a molestar! Mirabeau pensaba que se estrellaba con el cielo hasta que le cortaron la cabeza por Icaro, por hacerse el Otario.

Pesé a los cuerpos enterrados, la milonga no se detiene. Una moto arranca y así pasamo del día a la noche, así pasamos de la niñez a esta juventud de bandeja de supermercado, a esta estupida repetición de verdades ya pensadas que nadie entiende pero se anima a afirmar y a hacer guerras en post de ella, una verdad que nadie conocer pero que no se anima a negar.

Las luciérnagas se iluminan y los diablos bailan la chacarera en el desierto feroz y oculto de una estepa Santiagueña. Quiero sentirme diablo, quiero poder gritar sin tener miedo de despertar a los giles que viven en mi edificio de cemento y mental. Necesito el derecho de soñar con los ojos abiertos cuando yo quiera.

Jugarreta del barriletismo barrial,
espejos de la calle, saltos en el aire
vida que se desvive por sobrevivir
Café del directo a la miseria

¿Cuándo vas a llegar si nunca empezaste a andar?
¿Cuándo vas a llegar si nunca arrancaste, nunca arrancaste?
…si nunca empezaste,

nunca empezaste

sábado, 29 de mayo de 2010

No te preocupes, paga Pechi!

La familia había sido grande. Se reunía todos los domingos en la casa de la abuela Rosa, que para los primos era la tía Rosita. Los tablones se disponían de temprano, el mantel y los platos para lo último, cuando desde la parrilla se diera la orden.

La parrilla estaba en el patio, en una especie de covacha criolla, aunque no teniamos familaires santiagueños se puede decir que parecía a un bunker santiagueño en una tercera guerra mundial, hecho con barro y chapa, como si la hora de la siesta los hubiese interrumpido y lo dejaran a terminar con tres paredes y sin revoque.
A pesar de eso el patio tenia un encanto único, salido de una película Ponja o de un cuadro expresionista, mirá lo que te digo, o de un cuadro expresionista. En el fondo estaba el gallinero, el cual tenía como patrón a un gallo de riña que había conseguido un vecino o creo que Don García, el viejo que alquilaba junto su esposadoña Marta un cuartito que estaba a un galpón de distancia de la parrilla. Después del gallinero estaba lo que no podía faltar en el patio de las viejas de epoca, una planta de mandarina, una de ciruelas, un duraznero, un perro que salía en todas las fotos pero era delvecino y un gato viejo al que nadie le daba pelota.

Del asado se encargaba casi siempre el tío Raúl, también conocido como el gordo Moreno, era acompañado por Gary Cooper, el tío más viejo, y una radio antigua que pasaba canciones de folklore, cumbia y propagandas campechanas, al estilo "bombachería Yoli, Rulemanes Carlos o Kiosco Adri-Mar, Sil-Toto, Poch-Pa", por lo general las últimas eran emprendimientos familiares que usaban las primeras silabas de los nombres de estos pequeós empresarios que por lo general eran viejos desocupados o jubilados.

Uno podía llegar a la casa de la Calle Entre Ríos Norte ver el barcito de enfrente, no me acuerdo si era lo de Raffani o lo de Rafasquini, y verlo al cantinero de siempre sentando en el banquito tomando mates y mandando saludos a la familia. Nuestros padres habían tenido a ese lugarcito como su Club y el afecto era enorme, además que era el único lugar donde vendían soda desde que el viejo Rafa había comprado el tanque de gas de soda.

Uno entraba por la rejita de metal y pasaba directamente a la puerta de la cocina, donde seguro que adentro estaba la Rosita cocinando acompañamentos para el asado y tortas para el postre.
Los parientes empezaban a llegar y los lugares de charla se dividían en sectores, por lo general el bolaceo se concentraba en la parrilla y las cuestiones de salud se daban en torno a las ollas de la cocina, en el living se hablaban asuntos más serios, y los que les picaba el bagre – así se dice cuando tenés hambre- se sentaban en la mesa a picotear pan. por lo general eran amonestadospor alguna tía que les recalcaba la abundancia de comidas y el trabajo depositado en ello, como para andar llenandosé con pan.

Los primos más chicos nos concentrábamos por lo general cerca de los viejos para escuchar las historias y los otros planeaban alguna que otra salida nocturna sin dejar de recalcar la importancia y trascendencia de la reunión semanal.

En esas historias aparecía la fantasía, los abuelos como héroes, aparecía el barrio, el mundo mágico de la calle de tierra, el club de los vecinos, la política, los chismes y alguna que otra cargada o puteada al viejo que quisiera hacer uso de su autoridad para imponer seriedad en asuntos ajenos; como los comentarios acerca de una mina a la cual le decían Eva Perón porque era la mujer del pueblo o las anecdotas comicas e ironicas de Virolito, el borracho del barrio, o también, la creencias de las viejas fantoches y superticiosas.

Siempre algo nos contaban del viejo Moreno, también conocido como Papuno. Se decía que casi no hablaba y siempre se sentaba en su silla con una Damajuana de vino debajo de las piernas y una sonrisa de pibe con chiche nuevo. Gran jugador de futbol en su infancia y vejez, un cuatro que gambeteaba toda la cancha, -! Que ni lo paraban los alambrados!- eso decían, creo que porque una vez se pasó de largo y se chocó uno.
Uno de sus laburos, en las épocas buenas, había sido trabajar en la linea de telégrafos. Pero no era oficial de telégrafos, ni conocía el código Morse, es más, ni creo que haya visto alguna vez esas maquinas y aparatejos que muchos conocímos en los museos y la visitas pelotudas que organizaba la escuela. El era el encargado del mantenimiento de las líneas y eso consistía en bajar los nidos de los pájaros. Era un trabajo muy serio, porque los horneritos por lo general, hacia su nido en los postes telegraficos interrumpiendo trasmisiones importantes, así que Papuno era clave en la comunicaicón entre pueblos.

Una noche de invierno lo habían venido a buscar -Lo necesitamos Moreno-,se fue y volvió tipo ocho de la mañana. -Estaba azul y violeta- contaba el gordo, -Titiritando de frío, temblando, la Rosita lo mandó a bañarse con agua casi hiriviendo y le puso todas las mantas que tenía. Casi se nos muere el viejo, pero al otro día estaba como nuevo el hijo de Puta- El gordo siempre hacía eso, contaba y hechaba una puteada al viento, porque sus puteadas, eso decía, dejaban a cualquiera en pantalones cortos, en calzoncillos si acaso el otro ameritaba cantarle las cuarenta y explicarle cuantos pares son tres botines. Siempre una historía le seguía a la otra -Un día levantando dos durmientes de doscientos kilos cada uno, doscientos kilos, se clavó una astilla en la cabeza. Se quejaba el viejo que le dolía algo, y la abuela le reviso el marulo, y como era media carnicera agarró una pinza y se la sacó, así de una, y tenía una flor de astilla, no te jodo, una flor de astilla en el marulo que la abuela se la sacó de una- y por ahí el gordito Moreno decía - !Y anda a cantarle a Santa Catalina!-

Los más chicos, Flor, Imanol y yo, no habíamos conocidos a los viejos Heroicos que habían sido Papuno y el Abuelo Antonio, el portugués que llegó a los noventa y seis pirulos, ni tampoco a los otros viejos que también eran heroicos por pertenecer a la raza de “los viejos de antes” como les decían. El abuelo Portugués se había muerto porque ya era hora de morirse, ¿Cuánto más iba a vivir? pero al viejo Moreno le había agarrado una ataque al corazón y no era tan viejo. Se ve que la abuela estaba media tristona, con problemas existenciales y económicos, y eso al viejo le ponía mal,y mirá que los viejos de antes eran duros por los que nos contaban. Pero lo que lo terminó de matar fue el futbol, cuando boca perdió seis a uno contra Central Córdoba, ese día le explotó el bobo. Dicen que empezó zapatear el suelo diciendo que se cagaba en dios y en la santísima madre que los parió, y decidió irse a caminar para tomar aire y ahí se cayó muerto en la calle. Ya era demasiado.

El tiempo nos quitó a Rosita. Fue la única muerte que no lloré y la persona que más extraño. Entendí que ella se quería ir, que ya le dolía mucho el cuerpo, la rodilla – Ya estoy vieja, cuando me muera me vas a extrañar, ¿Quién te va a traer la lechita a la cama? ¿Quién te va a poner las medias?- Porque a mi me encantaba que me pongan las medias, era toda una institución. Me decía siempre que estaba vieja, que le dolía el cuerpo y que por momentos quería morir para no sufrir. ¡Eso me decía! – Me quiero morir, me duele mucho el cuerpo, pero no te pongas triste que voy a dejar de sufrir, a parte tu abuelo Federico me está esperando en el cielo, seguro que nos esta viendo desde ahí, a el le encantaba los chicos, ojala te hubiese conocido-

Así que no lloré cuando sentí que la abuela se murió, tampoco fui a funeral, prefería quedarme con imagenes mejores.

Ese fue un momento de cambio en la familia. Los tíos dejaron de venir a visitarnos, ellos estaban en capital y si bien venían siempre ahora quedarse allá era cuestión de tener el dialogo con la sombra y eso se respeta. A la casa de la abuela la terminaron vendiendo por monedas y la distancia cada vez creció más. Los chicos se hicieron más grandes, y los más grandes se estaban empezando a casar, uno por uno formando familia, pero de a tres, o de a dos.

Flor y yo, mi hermana y yo, tuvimos que dejar Bragado e irnos a Buenos Aires a estudiar. Ahí sentía el peso de la nostalgia, el exilio, porque el exilio se puede sentir estando a cuatro horas de tu lugar natal, del barrio que te vio crecer, de los amigos de la cuadra, de la canchita y la bicicleta. Pero los domingos eran lo peor. En capital el cielo solo se ve cuando esta gris, y la gente es tan anónima y tanta cantidad. Al principio los tipos tirados en la calle, los pibes juntando cartón, todas esas cosas que nosotros no teníamos en un pueblo tirando a ciudad como Bragado, esas cosas de la miseria extrema y de los porteños acostumbrados, como si la miseria fuera parte del paisaje.

Poco a poco fui entendiendo el tango, sintiéndome como algún abuelo inmigrante, desplazado, odiando y amando, al mismo tiempo, en la miseria y en el cielo, con la esperanza del amor y del abandono, dejando todo atrás, con la promesa de todo por delante, de una nueva vida, pero nunca como la vieja.

Todo es tan nostálgico en capital, todo es tan gris y oxidado cuando se viene del interior, cuando se añora lo que fue y lo que podría haber sido. A veces me sentia tan solo, y no esa soledad de los artistas que se sienten únicos, esa soledad del mate que se enfría arriba de la mesa, o del arroz frío del día anterior, del llanto contenido como piedra en la garganta, del miedo a que se te caiga el cielo en la cabeza.

Papá y Mamá siempre estaban atentos a nostoros. pero nunca era suficiente, nos mandabanmilanesas para frisar y ¡que milanesas!, tartitas hechas para que no tuviéramos que laburar tanto – así los mimamos desde acá- eso decían y que solo nos preocupemos de estudiar. Pero que dificil se hacía cuando el mundo parecía tirar para otro lado, cuando se hacía de noche en cada distracción, cuando el tiempo se desvanecía en oscuridad, cuando el tiempo se escapa como se escapan las cosas que siempre están delante de nostroos y las dejamos pasar, como se nos escapa una chica que nos sonrie en la calle o como se desvanece el primer día de primavera o una la noche con el primer amor.

Habíamos venido para estudiar, es verdad, mirá que mi vieja nos dejaba todo lo que le sobraba del salario para que nosotros tuviéramos, pero a veces sentía que tenía un gaucho en el pecho zapteandome un malambo, y sumado a eso me sentia ingrato, mal agradecido, culpable, y peor era, me quedaba mirando una pared todo el día. Los peores eran los domingos, que es conocimiento común del que domingo es jodido, pero antes en Bragado para mi no lo era, nunca había sentido olor a hospital un domingo, siempre había sido familia, ciruelo y asado, cafe y tortita.

Desterrado de todo y en búsqueda de alguna identidad me snetí perseguido por el diablo y la muerte. Por suerte la Flor, mi hermana, se pudo contactar devuelta con los parientes y áhí se volvió a despertar la sonrisa que había tenido de niño, pude tocar la felicidad con las manos. Te digo que mirabas para algún lugar y veías risa y emoción, te digo que mis viejos viajaron a Bs As, que esta vez decidieron salir de Bragado, aunque eso significara volver con un lechón y un par de vinos más en la panza, con el peligro que eso representaba en la ruta y la sensatez extrema de mi vieja respecto a esos temas. Igual decidieron juntarse. Todo fue tan lindo, y emocionante, rápido. Hubo mucha comunicación aunque no fueron muchas las palabras. Sentimos como que nos deciamos cosas con solo mirarnos. Pero no fue hasta un juntada después que comprendí que el tiempo no había hecho tanto mal, que mi miedo a que esa distancia hubiese desaparecido la sensación que tenía, el cobijo, el abrazo, las historias y los bolaceos, el inventar a dios con un tinto y un asado.


Así que estábamos en el bar del centro asturiano que estaba bastante lleno de gente, esperando la hora de comer la fabada. Nos encontrabamos, Imanol, un amigo de él, mi tía Pechi y mi primo Diego con su esposa y su bebe. Imanol había sido siempre el más chiquito de la familia y aunque ahora tenía diecisiete, me era díficl borrarme la imagen de él en la infancia. Nos saludamos y nos sentamos. Se pone hablar de las minas, se remanga el saquito, apoya un brazo en una silla desocupada y nos dice -Che pibes, pídanse lo que quieran, ¿Vos que queres? ¿Un gancia¿ ¿unos palitos?- y con cara de dueño del lugar le hace una seña al mozo, -Mozo tráigame unos palitos y un chicitos, un gancia...- nos mira y dice -..pidan lo que quieran, acá esto es así cuando los invito- lo miro y le digo que no, que no se preocupe. Me dice - no sean nabos, haceme caso pibe que yo sé... No te preocupes que paga Pechi, mamá-

Era otro hijo de puta más y andá a cantarle a Santa Catalina, otro más con un marulo heroico, con un la capacidad de poner huevos siempre, huevos de oro, y yo que tenía miedo de que no hubiese más comunicación, de que el tiempo nos hubiese quitado también lo de familia. Pero se ve que en los patios se plantan más semillas que las de los arboles, porque todo a partir de ahí fue risa, llanto, alegría, mito, expresión y baile, identidad, historia y tinto en cartón, ideales; esos ideales que algún gran letrado o intelectual se habían imaginado y que habían escrito con grandes lecturas y anhelos, pero que no eran otra cosa que los domingos en lo de Rosita.

Lo que no tiene nombre

Por qué no tiene nombre?
Aquello susurrado por el cansancio de los pobres.
Aquello que hace mover al fuego.
El Susto del destierro,
el exilio del juego.

Lo que separa en partes, la maquina,
al cuerpo;
Une los pedazos.
Castiga, desteta, maltrata, consquista
pero no consigue dar la vida

Eso que le falta y no puede ser nombrado
eso que le falta porque no puede ser comprado

Ciego aquél que ve y aquél que no.
Burro aquél que mata al silencio.
Muerto el tiempo.
Muerta, la Rutina,
porque un cielo de cartón no es un cielo,
porque organismo que no respira no tiene vida.

¿Por qué toda epoca niega su historia?
¿Por qué las almas no tienen memoria?

El riachuelo hace de Leteo, cruzandolo uno se olvida del pasado de arrabal y se deja llevar por los colores dela postal que ahora se vende en precio Dólar, a cauqlier turista de la vida, a cualquier estupido transute que piensa que todo se peude comprar. Sin entender el alma de los cuerpos, sin enteder el alma de los pueblos, la historia que tal vez empieza pero no tiene momento inicial, que tiene etapas para hacernos recordar. Los oligarcas de 1890 que plantearon la distinción entre civilización y barbarie que platnearon que lo nacional era acultural, que negaron a los libertador, que afirmaron Oligarquia y el beneficio de unos pocos, la seguidillas de gobiernos de negacion dialectica en el ellos y nosotros, y las etapas de la historia acumulandose sin poder cerrarse. Las dictaduras y los ajustees de precios, las poltiicas de vuelta que miraban a europa, la negacion de aquello nacional, el gaucho pereguido, el indio conquistado, ahroa se disfrazaban de provincia olvidada y villa miseria lo que alguna vez también pudo ser un arrabal.

Por los siglos de los siglos, Amen Amen Amen

Estamos condenados al terrible tormento de la obediencia y la áspera certeza de la flecha, al sendero, a que el sol siempre sale y a que todo tiende al equilibrio, al estadio más asquerozo de la conservación de la vida humana y esto no es más, que a la vida de unos y a la muerte de otros, esto no es más que la constante negación y afirmación, al estupido intento de ir Reemplazando Dioses. Baja uno del trono y el que sigue, el show ya fue montado, en mi nariz una cebolla, en las mentes “La Palabra”, “La Verdad”

¿Cómo explicar que toda realidad es una ilusión? ¿Qué toda delimitación es una acto de poder y voluntad de dominio? ¿Qué toda voluntad de dominio es un acto de violencia y que los actos de violencia son las maneras que este Hombre, a elegido acercarse a la realidad?

Dicen que la revolución cambia las cosas, que este mundo esta negado, y negar este mundo es afirmarlo, pues poner al mundo de cabezas es en verdad dejarlo de pie. La revolución revierte la verdad diaria, revierte a la explotación del Hombre por el Hombre, la pone de cabeza, y la reemplaza por la explotación del Hombre por el Hombre. Los contrarrevolucionarios ahora buscan de vuelta poner la realidad en orden, y los tronos son sucedidos, las culturas apropiadas, y un nuevo Sistema delimitado.

Un programa de computadoras, es una manera de interpretar, un 0101, se transforma en ABAB, digamos que pensamos al sistema medieval como un programa de computadoras. El no cristiano se interpreta como una amenza, y las amenzas deben ser destruidos. Digamos el sistema Nazi, un judio es una amenaza, y las amenazas deben ser destruidas. Digamos el sistema Stalinista, un burgues es una amenaza y las amenazas deben ser destruidas, Digamos el sistema Capitalista, y las amenazas deben ser destruidas.

Digamos que siempre hay una corte y un jurado, que siempre hay unos sacerdotes, y siempre hay un acusado. Los sacerdotes interpretan “La Palabra”, los medios de comunicación, las universidades, las iglesias…

Una corte ejecuta la ley a la cual le amerita el caso. Una ley es establecida por la votación del mismo jurado que ya acato la ley, desde que “La Palabra” es “La Palabra”.

Unos Sociologos opinan en la calle, dicen que la gente tira basura en el piso por ser algo cultural y que algo cultural es una conducta como tirar papeles en la calle. Un psicologo ayuda a su paciente a concordar sus deseos con la realidad que le amerita, hacerse ilusiones es destruirse, y todo acto de ilusión es una producto de algún orgasmo no realziado.


Queda solo amar, lo demás es mentira, lo demás lo soluciona el tiempo.

lunes, 17 de mayo de 2010

Siete días de Creación

Correr por el destino, mortecina mermelada, gris turba, gris niebla de la mañana. Uno corre y se mezcla el pato con la peste, y todo es tan raro porque una linealdiad se mantiene, y todo se termina por asociar.

Atravieso plaza Francia a trote velocidad crucero, temprano como para que salgan los carritos ambulantes, temprano para que la niebla se vaya, temprano para el transito. Av. Libertador vacia y yo crriendo en medio de una penumbra con luz, se deja atravesar aunque por momentos parece expresa. No hace falta decir que uno corre a los pensamientos o se escapa de ellos, y cuando quiere acordar se encuentra en una situación que no entiende.

Así estaba yo, porque cuando cruce una vereda de asfalto me encontre en medio de una calle de tierra, la costa de una laguna y de pronto crujen las cajas que rompen la tierra
y las rocas, del planeta y de las galaxias, del sistema solar. Letras empiezan a llover del cielo, una Z cae pesada sobre el césped, una L destruye unos arbustos y pronto todo se empieza a prender fuego.

Empieza a aparecer gente por todos lados, con el mismo rostro o sin rostro, algunos prendidos fuegos, otros sangrando, pero ninguno se da cuenta, algunos viene bailando, otros escuchando musica. Se me acerca uno de todos esos, ¿Ellos? Con anteojos de sol y una remera que decia “Alplax y Clonazepan, la sangre y el cuerpo de cristo” me extiende su mano en forma de saludo y me da a entender que lo siga.

Desde el suelo las puertas del inframundo, con la inscripción: “Vicisitudes mundanas” En la puerta había un guardían con la remera de Staff, y en la cola estaba Noumeno y Esencia, nosotros pasamos directamente. Resulto que no era una Disco, sino un tren fantasma.

Me dijo que a partir de el viaje yo iba a elegir mi camino. Miro hacia mi izquierda, veo a Caín y sus hijos, a los de antes del diluvio, a los de Sodoma y Gomorra, a Job y otros malditos, me veo a mí andando en bicicleta apurado, llevando un paquete y tocandole la puerta a la muerte. Insignificante para el transito y para la ciudad veo que ese espejo de yo estaciona la bicicleta y entra a una casita gris que parece dimunita junto a los edificios de quince y veinte pisos. En un rincón húmedo me veo llorando, intentando respirar, tirando mordiscones al aire. Esa burbuja explota y me veo en los rieles del tren de nuevo y a mi derecha otra posibilidad. En traje y manejando un gran BMW, la gente aplaudiendo mi paso, palmandome la espalda, fama y elogio, riqueza. Llego a una gran mansión y un niño y una niña, y una mujer me abrazan, paresco feliz y todos nos ponemos a mirar la televisión, para ser servidos por una sirviente que me mira con cara de suplica, de suplica de compasión.

Esos parecen ser los destinos, y no puedo parar de mirar la felicidad. Pero recuerdo que la muerte debe estar al final del camino, y si realmente existe dios, si realmente yo creyera en dios, debería entergarme a el con vocación y devoción, debería aceptar que mi destino lo controla el. Así me abandono en el tren, no eligo ninguna de las dos y me entrego totalmente a dios.

Cuando llego al final del recorrido me encuentro viejo y con los dedos gastados por el control remoto. Yo que había dejado de amarme para amar a dios, para amar a mi salvador, a la permanencia de los seres, ahora me encontraba con el final de mi existencia individual. Al dejarme cae me siento inundado por dios y paso a ser parte del TODO.

Aquel que se abandona es el real creyente en Dios, aquel que cambia su amor propio por la fe, que cambia lo efectivo por la esperanza, que cambia la pala por el control remoto, el amor por la repulsión, la expresión por el fracaso. Aquel que espera su muerte librado a su destino es el real cordero de dios que quita el pecado del mundo, en la paz, en la maxima paz de la nada.

lunes, 10 de mayo de 2010

Una invitación.

Pensé en palabras sin edad. Tardes lluviosas de acuarela. Otardes, sí eso dije, otardes de otoño que gotea.
El otoño que no gotea,
(¿no vieron lo mal que suena?)
que reverbera,
de a vientos a los que se les empiezan a agregar bufandas y gorros.
Mis amigos llegan a casa una tarde que no para de llover en amarillo.
Vienen y pintan. Toman chocolatada, té o maté.
Algunos café,
y hasta le agregan fernet.
¿Cuántos años tienen, qué vienen a mostrar?
¿Pueden tan sólo sacarse el abrigo y empezar a pintar?
O será que nos quieren decir algo con ese sacarse el abrigo bruscamente,
"afuera hace frío quiero mi chocolatada.
Y un resoplar por la boca,
"yo sí estoy cansada de la semana.

¿Cuántos años tenemos?

¿Mi mamá sirve la chocolatada para todos?, ¿Ella habló con los papis de mis amigos para que todos vinieran a jugar esta tarde? ¿Por qué no vino Felipe, que me cae tan bien?, ¿será que tiene piojitos, y por eso no lo llamaron, para que no nos contagie?

¿O será que cada uno de ellos tuvo que dejar a los chicos en la guardería para ser libres de nuevo, como quien dice, y poder venirse a pintar?
Porque pintar es cosa de grandes con mucho olor a cigarrillo. ¿No será que los dejaron para que no se burlasen de ellos, sus mayores, al ver lo mal que dibujaban? Puede que los hayan dejado para poder sacarse el abrigo sin comentarios, sin resoplar y hablar sobre el tiempo que hace afuera. En el fondo, un mensaje que se hubieran sentido obligados a dar a sus hijos, si ellos hubieran estado presentes. La vida es pesada como esta campera, ya vas a ver cuando dejes de crecer todos los años y te compremos una de calidad.

Puede también, estoy seguro, que las opciones no sean excluyentes. Que los niños, ya adultos, dibujen cuerpos de hombres y mujeres desnudos, algunos deformes, otros enroscados. Como manifestándose en contra de las metáforas del restaurante de comida rápida de la cuadra. Y del pibe en moto que te trae palabras en combo y ni siquiera tiene la culpa de que la hamburguesa te llegue fría.

Que todos se sienten, sin hablar del tiempo, de los pronósticos, y se pongan a dibujar dinosaurios al borde del mar, dinosaurios con océanos en mente.

domingo, 9 de mayo de 2010

Crecimiento y desarrollo de los sedimentos que se acumulan en torno al sol

Un hombre con barba y un gorro tipo campo, una boina, pero no a lo che o a lo francés, sino una boina a la de su abuelo ferroviario, y tampoco un hombre, mas bien un hombrecito escondido detrás de una barba, en una plaza desolada, sin mate en la mano, esta vez, escribiendo poemas que no sabe si los va a leer. El cielo está gris en la ciudad, y desde que su ventana da a otra ventana, se acuerda del barrio, de los descampados sin dueño, de los vecinos, le agarra nostalgia, de la peor, de extrañar una realidad que no fue, pero era posible. Pero transitó otros caminos, en verdad, no hizo nada, ni gambeteó, ni la tiró al almbrado, solo se quedó parado como un boludo mientrás le pasaba la jugada. Ahora se esconde detrás de la barba, ahora que está todo gris y que su vieja no está, que su ventana da a otra ventana y que su viejo no está, que no hay sillón para dormirse y sólo hay un banco de plaza gris, quieto y frío, que lo invita a ponerse a escribir,


:-- Cuando hablo con vos, me gusta empezar a citar mi pasado veterano en guerras perdidas, en esperanzas pisoteadas, en niños suicidas. No espero sacar mi carta mas patética, aún no. Mi estrategia es en un principio hablar con palabras de otros, literatos y poetas que me hubiese gustado que nos presenten, logrando ser ya un conocido, sin pasar por las burocraticas institucioens para demostrarte quien soy. Mi táctica es quererte, aunque aún no te conozca y contarle a mis amigos de vos, de tus mañas, de como pintas jazmines violetas en el aire con la mueca de tu risa, con la sombra de tu mirada.

Un
gris indistinguible, algunos dirán, un cielo y el mar, el cielo, el mar y las nubes, una en especial, las naranja sabor ocaso oxidado, el mar, el cielo, las nubes y alguna estrella, el mar, el cielo, las nubes, las estrellas y la luna, la vida y la muerte, tal vez otro me recuerde, me distinga, ¿Qué estaría haciendo Fede si estuviese acá en esete momento?... ahora, en este momento, estaría en una noche suave y fría en la casa de mis viejos, escribiendo, en la nostalgia, esa que tanto me gusta, esa que me acompaña por calles porteñas cuando ando sin rumbo, buscando la muerte, esa que me acompaña cuando me tiro de cabeza a una pileta en lo oscuro, cuando encaro a una mina, esa que bebo en el vaso de wisky, en la ginebra, esa de cultura que no es mía, esa de cultura que empieza a ser mía, esa de identidad robada, esa de personaje de libro que no escribí, esa de personaje que es el mío, ese que soy yo, esa que es la mía.

Me duele que mis pasos sean más largos que mi medida, me duele, todavía, que mis ojos se claven en un charco; piso las pisadas que se siguen revolcando en el piso donde yo pasé y donde me senté esperando el otoño, dejando que se me vaya el día, por el desague del baño, por la bañera ya vacía :--

Después de la plaza, se encontró en la costanera mirando al otro lado del río, por primera vez realmente. Allí, en ese lugar y en ese momento, se dio cuenta que tenía el cuaderno en el bolsillo, le dio hambre, se mangrulló un choripan, se sintió rico, le dio miedo la noche y se volvió rápido a su departamento del quinto piso, con un poco de miedo que le chorearan, a mirar otra vez por la ventana, a mirar otra vez, a darle una revancha a la vida...