sábado, 18 de diciembre de 2010

Entre la sumisión y la resurrección

Días sin hacer pie en la vida, como en los cuatros metros del Club, de bomba a lo hondo. Aparezco siempre al borde, sentado con las patas mojadas.

El tereré con galletitas me dio fuerzas y quize jugar, patear pelotas con la chica de a la vuelta de casa que me escribía cartitas de amor. Pero dije, basta de jugar, hoy quiero llegar al sol aunque se me derritan las alas, basta para mí, basta para todos, preferible prenderme fuego antes de ser un angel gris.

Pero el bandoneon, el wisky, el café en un día de lluvia con Rosita Quiroga que me canta de mojarle la oreja a la soledad y me dan tantas ganas de deslizarme por un lagrima como si fuese un tobogán hasta el fondo del mar.

La pileta se agrando y se posaron mariposas en tus orejas y yo mirándote, desde el fondo, reír y estirarme la mano para ir con vos, y los chicos que me están esperando, para reírnos y acordarnos de cuando pateamos esa guirnalda y regalábamos claveles.

Ahí estoy yo, ¿viste que lo descubrí al final? Tanto que me pregutaba la diferencia entre el ser y el estar y leía Heiddegger como un libro de autoayuda, buscando respuestas, tanto tiempo para darme cuenta que la tenía acá, posada, aleteando en la punta de la nariz.

viernes, 10 de diciembre de 2010

Hiedra en la pared

Son muchos los colores que tienen relación con la vida, tantos otros con la muerte. Un hospital y su higiene destila color etílico, una cárcel combina pantalones con marcas de sandalias y color de rostros, o mejor dicho, rostros del estado de ánimo, digo, el anima del estado es el rostro de la cárcel. Pero dejemos de joder ¿para qué gastar tinta en putear a la burocracia si ya su existencia es una puteada a la belleza?
Asó, igual que todo, perdón, aún así Paula se confundió en un otoño gris y se vestió diferente. La conciencia, ese otro cuerpo que flota arriba de la cabeza y lo sigue por todas las mundanas pisadas, estaba muy poco desarrollado en esta Paula, por eso estas letras no hablan de ella, la historia es otra, es así:
En los pasillos del aburrido edificio de tribunales en un otoño gris de calles inundadas de nenes mangueando monedas, cartón gris y herencia de clase a corcel motorizado pasaba levitando un vestido celeste. Propulsado por sus flecos ahogaba de primavera a los transeúntes que posaban su vista en el y hasta algunos abogados se detenían enmarañados de ese olor a suspirar, se podía ver, también, a algunos tirando sus agendas y celulares, hasta una paloma ululo una melodía que sonaba a tereré o chamamé y trajeados no podía resistir la tentación de pensar en irse a vivir en bolas a la selva amazónica o acodarse toda la tarde en el cafe de la esquina.
Cabe destacar que muchas sentencias se revirtieron, declarando como inocentes a antiguos culpables y perdonando penas de muertes a condenados, pero fueron revisadas al otro día pasado el efecto y se volvieron a revertir, puesto todo nuevamente en orden y en transcurso natural de ejecución. Pero lo que no lograron fue quitarles lo bailado ¿Quién te puede sacar un día de libertad aunque solo pudiste acariciar un poquito la esencia con la punta de los dedos?

viernes, 3 de diciembre de 2010

Malestar general de la cultura

Dos pesos y a la bolsa, un poco menos de culpa del animal al cual le es lícito hacer promesas. Dos gotas de vergüenza, tomillo y una pizca de azúcar para cortar la acidez con la que caminan los ciegos de la vida; los que van de cabeza, pedaleando con las manos y viviendo abajo de la tierra, en el vientre de una serpiente que se arrastra por túneles de carniceros de Roast Beef y pibes lechuza.
"Siempre fui un pajarraco" pensaba Fer en su honda reflexión de resaca y noche de telo. Le costaba admitir que era virgo en el amor y nunca había hecho debutar al corazón. Así que con el termo lleno, abajo del hombro, de desesperación y paranoia, como nuevo en el pabellón, ponía todos los días su espalda contra la pared y evitaba mirar a los ojos. Pero atento; atento a la jugada.
Rabona al arquero de la moral y salir a patear la noche. Buscaba la muerte, un poco de vida alternativa a las huellas marcadas y los giles hechos de fabrica para obedecer. Pero volvía siempre al mismo bar de gente que no bancaba ni un toque, de zambas en do, de pavos reales y avestruceses midiéndose la pija.
Tal vez pensaba en que todo se iba a solucionar poniendo una parrilla o tal vez, creando una banda de rock evocando al gran papo. Pero lso 60´s y ahora el tecno y la internet o la ultra post modernidad dejaban pocos lugares abandonados a la dulce dejadez del ser.
"Reformulo. Quedan pocos lugares donde me puedo dejar ser"

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Socavón

La noche hecha por los versos más lindos que nunca escribió nadie. Debajo del ciruelo, de las estrellas, mateaba Pablo.

Su pecho latía de colores...

Llovió y llovió, se empezó a inundar el pueblo, los mares rebalsaron, todo quedó tapado.

Largar el pa dentro, pa fuera, poder hacer palabra al relincho, al paso del tiempo, al vuelo de las aves, al silbido de la perdiz en los pajonales.

La caída de la noche fue larga, como esas bombas que tienen tiempo hasta para silvar un tango, como la caída de esos heroes de patas de palo.

El viento murmaraba el desplome de un Ceibo y un eco transportaba mensajes de otros mundos. Se veían las hojas moverse despacito, a lo lejos, los arboles saludando a dios.

Ese murmullo recorría la soledad de las calles de la tierra. Un caballo blanco en el medio de la noche pastando, la luna, el ruido de los grillos y las ranas.

Pablo solo, cayendo, dejandose, muriendo, vomitando, repasando el pasado, mateaba, el nomás, con su silencio y su mirada.