viernes, 25 de noviembre de 2011

tus pechos turgentes

 cuanto  cuentan tus pechos turgentes?
cuentan lo que se puedan balancear, esquivando al aire un miércoles a las tres de la mañana corriendo por el living de nuestra casa, desnudos o semidesnudos, mirándonos, rozándonos, mírandonos de nuevo en un abrazo casual arriba de la mesa, casual dije sí, casual arriba de la mesa, en una oración que nunca se termina como esa noche, y que en algún momento solo se queda dormida sin morirse, tirada en en un costado, una madrugada con luces y sombras, pero de las de en serio, con sonrisas de amor y sonrisas macabras, sonrisas de esas que incluso entre nosotros no terminamos de entender a donde van, que empiezan en la punta del dedo índice que no te apunta ni de costado y terminan en la cara que ahora te da la espalda y que podés intuir reflejada en un florero y 

sábado, 5 de noviembre de 2011

Hilo y aguja



Los días que se habían convertido en eso, sentarse en una sillita roja de madera, bien sólida, en una burbujita en el medio de la ciudad, y dejar que el sol te entrara sobre las manos por izquierda y el olor a jazmines por la derecha.
A diestra y siniestra; y escuchar dos gallos picoteándose en las alturas.

Una ley que nos trasciende. Eso es lo que siempre nos hicieron mirar. Nosotros preferimos pensar cómo un haz de luz a las once de la mañana puede cortar los hilos de una marioneta. Cortar como la luz corta; no se trata de romper sino de dejar ver.

Así fue que dimos un paso para atrás en media luna, acompañado por un gesto con la mano, y que nos retiramos de la conquista del mundo, para poder observar su belleza. Fue en ese mismo instante en que un golpe de viento nos empujo de vuelta al ruedo y nos obligó a recorrer nuevamente las madrugadas antes del sol, rápido, siempre sobre ruedas.

Fuimos, llevados por un remolino, a veces viendo los hilos enredarse y recalentarse. Nos mareamos, y aquí estamos, confundidos de tantos cimbronazos, que a veces damos, pero casi siempre recibimos.

Debemos confesar, que ya no encontramos el hilo-aguja, el que unía el rabillo de nuestros ojos con la luna, y nos dejaba movernos para otro lado mientras mirábamos para acá.

Dicen que hemos perdido ese hilo-encanto, pero las lecturas del presente son tan difíciles que nadie se atreve a pronunciarse en voz alta. Los rumores continúan  pesar de todo, anónimos. Los rumores se contradicen, como todo rumor, y se ha hablado incluso de un proyecto de hilos-tirabuzón pero los hombres comunes damos vuelta la cara cuando alguna voz socarrona se acerca con esos cuentos.

viernes, 4 de noviembre de 2011

-sonreí, dale, que este es tu ultimo momento y de ahora en más sólo queda un pedo cósmico- Tiempo después pensaría la coherencia de sus palabras y en esa dirección planearía un modelo de ciudad, placer, trabajo, ocio, pensamiento. Desde aquella vez había entendido que se necesitaba
-Ahora que todo es nada y los cimbronazos de vida aparecen para borrarse del mapa, ahora quiero que hables, a ver que parte de vos sale a flote- buscaba, se dio cuenta después, alguna excusa para no matarla. Lo había planeado con cautala, cómo planean los hombres realmente heridos, detallistas, sin errores