viernes, 9 de diciembre de 2011

Platón y la orquesta de Castrenses de five o´clock

Cuando nos hablaban de escribir, nos decían de estudiar. Cuando hablan de las grandes ciudades y del mundo desarrollado, nos dicen del orden, una manera de vivir, un lugar tranquilo para morir, una lugar para ser, otro para dejar de ser, el mundo organizado. No estamos preparados para leer al Quijote en sexto grado, pero es parte de un orden del bachillerato, conocimiento universal y espíritu santo
Por eso nos cuesta tanto escribir, horas y horas de estudio frente a una hoja, hipocresía del verbo cuando se impone sobre la expresión, claro esta, y que importante, el trabajo organizado para un fin, nuestro, cómo la extensión del cuerpo, la evolución del hombre, hacer, hacer para expandirse.
Pero la libertad no es eso, la libertad es poder encontrarse con Dios y el Diablo, temer a su ira y su fuego, anhelar el cielo, mucho sabran sobre eso los que viven con una moneda, poco sabran los dueños de las aerolineas o del general motors. No vale la pena tanta poesía si esta organizada, el alfabeto fue hecho para desordenarse. Por eso es tan precioso Buenos Aires y su sucesión de edificios sin sentido: Por ahí una casona antigua, una castillo aglosajon, un duplex setentoso, un monoblock, una villa y el IBM empire state, todo en una caminata por Libertador.
Me río de la casualidad de las palabras, acá no hay que hacer nada para ser, estamos protegidos, hay libertad gracias al desorden, gracias a que no existe un razón que sistematiza nuestros actos.
Me voy al maso con una flor de 33 de espada y el sable San Martiniano, patrimonio universal del estoicismo que ahora hace una reverencia y deja pasar una murga de pibes en zapatillas, de caranaval de gualeguaychu, rey momo y un baile de Vivaldi y Piazzolla