domingo, 3 de junio de 2012

El amante de Billie Olliday y su gato Himalayo


(cantando con este ritmo: http://www.youtube.com/watch?v=4hZ4qiDEK8k ):

Be
Ai El El
Aii Eich ou el
Ai di ai uaaaiii (x4)

(Luego:)

Las cajitas de colores imitación de Cachemira me producen naúseas.
Los fósforos, las paredes de durlock, los bombones, no me disponen.
Los cuerpos muy flacos y demasiado depilados, me dan mareos.

Los manteles a cuadros me dan tranquilidad, sobre todo cuando están recubiertos con miguitas de pan.
Pero en mi cuarto no hay manteles a cuadros ni miguitas de pan. 

Mi gato himalayo también es sensible a este estado de cosas y sufre, lo que me parece justo. Tiene un trastorno obsesivo compulsivo, y se muerde la cola hasta dejársela pelada o se lame la pata, que se le infecta de dermatitis y le crece del tamaño de la de un elefante.
Vendándonos nos entretenemos un rato. Tengo vendas elásticas, de esas que dejan pasar un poco la sangre. Para que no se chupe, me veo obligado a aislar su cabeza con un collar Isabelino. 


Cuando veo que el tiempo no avanza más en mi habitación voy a mi armario y me visto de nuevo. Me visto de azul, me calzo un cinturón blanco y un reloj de abujas frenado a las siete menos diez. Me siento en una silla sin respaldo al lado de una mesita de luz y me quedo esperando a que suene el teléfono. Apoyo bien los isquionos, la espalada recta... pero después de un rato me viene la ansiedad y me pongo a garabatear canciones para chicos en un cudernito Michelin. Escribo las historias de Pablo El Bonito, un gato que quisiera ser zorro, y que se camufla como agrimensor para penetrar en las tierras de Irka y robarle 17 palomas.

¿Qué espero?
La llamada de Manola, solicitándome le extienda una invitación a dibujar el universo.
No es que no me anime a llamarla yo. Es que ya la llamé muchas veces, tantas más  de lo que cualquier Guïa Para Viajeros Del Cuerpo consideraría prudente.

Los tiempos de la oxidación, los de la decantación, los de la manutención y los de la pava que hierve…
Todo lo que tarda demasiado en mi habitación de líneas, rectángulos, y redondeles, y que me obliga siempre a empezar de nuevo... Escribo solicitadas dirigidas a todos nuestros amigos comunes y a ella; le envío fotos de una mujer caminando en la playa al amanecer con mensajes en el dorso, y que primero hago dar la vuelta al mundo a través de un conocido que tengo en Kuala Lumpur; me acerco hasta su casa en bicicleta, le toco el timbre, le dejo un helecho pintado de colores y me voy sin que me vea…
  
Otras veces marco desde números desconocidos; con voces forzadas invento pretextos, encuestas de mercado a nombre de empresas brasileras que imagino la harían sonreír o acordarse de mí. Todo eso para escuchar un rato su voz tan Billie Oliday, ese frescor que abre el viento a cachetadas amables, como quien no quiere la cosa.  

(Esta vez es una voz de fondo que canta, o varias voces, de hombres y mujeres. Murmuran, gimen, sufren).

Be
Ai El El Aii
Eich ou el
Ai di ai uaaaiii (x6) 

(Y mientras se escuchan las voces: )

Hola, sí, ¿Manola? ¿Qué tal?, ¿cómo le va? La llamamos de la dietética…
[…]
Sí, sí...
[…]
No, no se olvidó nada, lo que pasa es que estamos haciendo una encuesta. Necesitábamos saber su opinión sobre las bolsas que le damos cuando viene a comprar.
[…]
Sí, es que estábamos pensando en reemplazarlas por unas reciclables, que se desintegran en cuanto usted llega a su casa y le dejan un olor a lavanda... ¿Usted estaría dispuesta a pagar unos diez centavos extra por cada bolsa? Previenen la contaminación, absolutamente.  
[…]
-Ajá…Y, digame, ¿usted escuchó hablar del gato Pablo El Bonito?
[…]

No, claro, no es que quiera confundirla, es que nos estamos llamando desde un Call Center en Sri Lanka y para amortizar la comunicación de larga distancia hacemos varias encuestas a la vez, espero no le moleste…

Be
Ai El El Aii
Eich ou el
Ai di ai uaaaiii