(Cuarto pequeño. Se asoma el personaje por la puerta. Desde
allí dice: )
Elena Walsh trabajaba para la Oficina de asuntos
legales del Imperio, ahora ha muerto.
Los cuentos de animales tienen éxito entre los payasos tristes. Sus hijos aman
oir esas historias e imaginan a los osos como osos de peluche. Los padres aman
esos cuentos porque saben que, cuando el momento llegue, podrán enseñarle nuevas
versiones profesionales.
(El personaje entra completamente en escena, se sienta
en una silla bajita que hay en el cuarto. Frente a él muñecos sentados mirándolo.
El personaje dice su monólogo como contándoles un
cuento: )
Como todos los días, esa tarde hacía un calor agobiante en el pantano
Buenaventura. El cielo estaba muy transitada y cincuenta y siete palomas se mecían
en hilera sobre el único cable de télefono, hundiéndolo un poquito. La
serpiente no se cansa de retar y criticar a la gacela por veloz, pero ama
contarle un cuento por las noches.
La rana luce una cartera de cebra. Como ella, los
reptiles muestran un encanto nuevo en los tiempos que corren, y se erigen como
los nuevos vencedores. Eso, preocupa a la lechuza Flora, top modél del pantano
Buenaventura.
¡Qué será de mí!, se pregunta Flora al verse enfrentada a tal situación, no tan
gata. Ella siempre trabajó muy duro es su mirada de cacatúa para ganarse un
lugar de respeto entre la farándula pantanezca.
Caída de su rama acabó de encontrarse frente a frente
con el yacaré,
que
la esperaba hace tiempo al pie.
El yacaré es una yacaré. Una yacaré hembra llamada Irka. Su séquito ha
sido entrenado en ucraniano, y da la pata a la orden de “dai labú”. Irka es
vanidosa en su espíritu rastrero que sabe muy valorado en tierras latinas. Su
temperamentalidad senil provoca espanto entre los habitantes del pantano y los
hace tomar distancia. Ika interpreta ese temor como una reverencia, y se
considera reina de aquel charco que los animales confunden por lago y que ella
gusta llamar represa. Entre sol y sol, Irka se hac coronado Reina de la Represa
de al Lado. También gusta llamar guardia pretoriana a las dos weimaraneres que
siempre la esperan en la orilla, hipnotizadas por su forma de arrastrarse.
Merlin y la Pinta, las ucranianas.
Las ucranianas no esconden su sumisión a Irka, y si bien el resto de los
animales del pantano las creen unas gordas ingenuotas que se han dejado seducir
demasiado fácilmente, ellas traen consigo toda una historia de vida.
Es una de animales combinados, o mejor dicho,
combidados, o mejor dicho, de peces león y peces gato.
Pues Irka fue
la única que se atrevió a extirparles el tumor que cada una de ellas llevaba,
Merlin en una pata y la Pinta detrás de la oreja. Y con ellos se llevó el
dolor, de un tarascón.
Viejas y
agradecidas, han cedido sin mucho refunfuñar a cruzarse de patas al costado de
la pelopincho y fingir hacer guardia. Ellas no se sienten esclavas de nadie
tampoco. Solo han decidido mudar la entrada de su casa al costado del lago y
chusmear ahora ahí, invierno y verano. Los días de frío; y los de calor un
poquito más a la izquierda, debajo del árbol, que se acaba de caer, con lechuza
y todo. Esperemos sus ramas no hayan pinchado la piletita, y que Irka disponga
dos paraguas amarillos, o mejor aún, un paraguas y un abanico para que nuestras
dos viejas puedan seguir así, paliándola y pedaliándola en el pantano
Buenaventura.