sábado, 14 de mayo de 2011

sociólogos y orientalistas

Para enseñarle a un hijo, mostrarle y darle la pista.
Mostrar con el acierto y el error, el cambio y la necedad.
Dar la pista, la pieza faltante, sin indicarle dónde va,
Si total él puede adivinar y nosotros no sabemos



La tensión entre el individuo y la comunidad,
Que quizás se encuentre en el anarquismo y quizás no,
Es la de la utopía liberal y algún otro sentido del hombre.
Es cual?
Es la del hombre que se quiere fundir en la comunidad, el que deja todo por su familia?

O uno más profundo aún, la del hombre que se quiere fundir para encontrar la tranquilidad en ese suave hundirse eterno.

Es interesante que la última novedad para a esta tensión, o para escapar del polo del individuo, no proponga fundirse en la comunidad.
Me refiero a los libros de autoayuda: el éxito y la búsqueda de uno mismo que son sus propuestas no necesariamente buscan reinsertar al individuo en el todo y la comunidad.

La astrología sabe de eso, de individuos hundiéndose en el todo, y otros buscando la individualidad. Una tensión constante a lo largo y ancho del zodíaco.


Existe en todo caso, el no poder?
El lugar de tranquilidad. Los orientales están convencidos.
Yo creo que hay una posibilidad de tranquilidad para aquellos que llegan a la cima, bien llegados, y sé que aquí soy polémico. Los que no se pierden en la cuesta, ellos gozan de una cierta tranquilidad.

Pero más interesante aún sería saber si la tranquilidad es también para aquellos que no han subido, una tranquilidad al pie de la montaña.
Esa tranquilidad, sería la del no poder, la de no hacer caso al poder y sus exigencias, y quedarse viviendo hay, después de armar un nidito.

Los sociólogos se espantan con la idea de no poder. Los orientalistas en cambio, la dan por hecho. Tomar postura frente a una cuestión como esta, en apariencia tan irrelevante, esconde quizás una diyuntiva entre dos tipos de vida completamente diferentes.

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