jueves, 13 de agosto de 2009

Preludio para la historia de una vida. Idéntico.

Duscubrir por mí mismo. Buscar y no encontrar y hacer de eso la pasión. El deporte de la vida.
No dejar que me encuentren tampoco. ¿Será esto el miedo? No sé, pero hay cierto placer y cierto orgullo en el acto. Es dejarse encontrar y no dejarse encontrar. Los opuestos que se agregan y cuestionan a la disyuntiva misma como forma de lenguaje. Esto puede llevar a la adopción o al rechazo. O a los dos. O a uno y luego al otro.
Y esta escena se repite en cada lugar. Nos presentan disyuntivas, les decimos ‘hola, que tal’ y no paran de hablarnos (¿taladrarnos?) hasta Humuhuaca 3759 convencernos de que son lo único entre Bulnes que existe en verdad.
Quizás no fui yo, y M. Bravo, sino la suerte que tuve, la suerte de un niño al que lo hacen jugar con máscaras sucias y viejas para que se de cuenta. Tan pedagógico siempre ese afuera conmigo Larrea 1031 dejándome dar un paso y luego otro, siempre con opción de descanso.
Así fue como entendí que cada paso lo da otro, diferente al anterior. Entre ellos sólo comparten un mismo testimonio, una barra hueca de madera que promete tener algo dentro. Cada tanto sucede que alguno de todos opta por el descanso, se sienta a la sombra si tiene y abre el cilindro para leer las palabras
Soy ese que busca lo otro, que lo deja expandirse a riesgo de quedarse sin lugar para sí. Pero ese riesgo no existe porque soy ese que contempla lo otro. (Y más soy cuanto más contemplo lo otro).
Conozco el mensaje porque he optado ahora por el descanso.
Y, ¡pobrecito de aquel que entienda que el descanso es para los débiles! El descanso es un acto de osadía, es animarse a abrir el cilindro y ver si aún queda algo, si no habré en algún momento –como para tenderle a algún otro desconocido la peor broma- cambiado el mensaje por cáscara de huevo con algo de clara y sin yema o por un yogurt vacío con su cuchara.
Todos sabemos que la posibilidad de que aparezca el yogurt no es aquel fantasma supino que da cuenta de la osadía. Pues el verdadero fantasma es ese papel, el manuscrito. Es sentarse, leer el manuscrito, entender que había algo importante allí pero no poder recordar qué era. No poder descifrar la más fácil de las metáforas y descubrir que se la ha extraviado a uno el más fundamental de todos los sentidos: el sentido del sentir.
No voy a negar la existencia de matices. Entre la metáfora indescifrable y el yogur vacío podemos leer un papel, no otorgarle mayor importancia y cambiarlo por otro. Tantas veces habremos hecho eso, cada uno de nosotros, en alguno de los descansos, cuando estábamos de un determinado humor. Acto heroico o un pobre diablo que con la cola entre las patas cambia el mensaje por una nota arrancada de la revista del domingo. O el hombre que lee y ve algo tan lejano e inalcanzable que solo alcanza a caer de cola al suelo, impotente.
Nunca sabremos que habrá pasado en cada posta, mientras los caballos tomaban agua.

de 1 de mayo 2009.

1 comentario:

  1. Estas en tu periodo entre posta y posta, aprovechalo y empeza a correr hacia la metas que pienses ver, estaría bueno que como quijotes sea el mismo molino y sino bueno, sino tal vez en alguna posta..
    Suerte en francia

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