martes, 11 de enero de 2011

Brazo atado

Delinquí por tercera vez, eso en California es pena severa. Pensé que el cable del teléfono era un rulo de tu pelo, me tragué la bronca y tuve que disparar, contra la vida, la moral, el éxito, la familia, contra los siglos. Pero nada me arregló. Miro al mundo desde las raíces de un árbol mientrás Orión me guiña el ojo, y con el revés alotro lado delva lle. No existen paredes de metales, niños, caballos, tanques, solo la profundidad atada a mi brazo. En la cima de la soledad un ángel gris arriba del árbol contemplando la eternidad, suicidadose con gillettes de plomo y cristal. Tanto ruido, pero sin embargo los payasos de antaño siguen cantando, el Rey Mago de la ausencia buscará otros que atormentar y la sal ronronea en la llaga.

Cementerio, oxidado nobodyman, sé que pronto moriré, ni mis venas quedarán, ni los vagos recuerdos, esta calma, el viento recorriendo callejones, nichos de flores marchitas y pasto crecido. El cemento y el color nostalgia, desierto de cenizas, foto vieja, algunos tal vez, nada de eso, ni los brazos del sol pueden contener esta soledad.


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