sábado, 5 de diciembre de 2009

La ciudad magica

Se desangra un saquito de té en el agua hirviendo, el viento arranca lágrimas violetas a un jacaranda que llora por una mucama triste y el pibe de siempre pierde el 29 en Córdoba y Junín. Un niño regala tarjetitas que hablan de amor en la plaza Hussey y la gente le teme a su piel oscura.

Maldito y bien parido sigo al baruyo de los trenes y colectivos y pienso que el amanecer entre edificios no se ve y que a la madrugada, cuando todos duermen, los pajaritos son los dueños de la calle.

Mi ventana da a otra ventana y mi cuarto, que también es mi living, es muy chiquitito. Desarrollo le llaman y veo los accidentes de autos; el muerto sale despedido y queda descalzo por el impulso. "Volvé a andar en patas" Grita riendo cínicamente el destino, tragi-comedia de la "evolución" en persona.

Somos niños inseguros que los mandaron desnudos al mundo; a veces jugamos con la intolerancia y nos podemos quemar las manos, porque a la evolución y al cumplir no les importa la magía, nos les importa reir ni llorar, y para mí, alguien tan diminuto y solo, para mí lo es todo.

No se asusten si en una sombra encuentran a un pibe con un termo bajo un arbol. Seguro que soy yo,haciendo teorías acerca de las milanesas y luchas en torno a la remolacha, al atún y los palmitos. El mismo que cuando era chico; y aunque los edificios me escondan el cielo, y las luces cubran todo, mis estrellas no se van a apagar, y aunque esas Raices serias -desde la oscuridad total- griten que succionemos, hay que seguir brillando, ser como un fruto maduro, una ciruela dando su aroma al viento del patio de mi abuela Rosita.

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