sábado, 5 de diciembre de 2009

Música Gitana

Existen las personas que enseñan en silencio. Yo conocí una de esas. Una mujer. Ahora me queda un poco la duda, de si yo aprendía o si es solo una excusa y en realidad la cosa vino por otro lado.
En mi hoy las relaciones con las personas no son todavía un número aunque ya me han acusado de apilar fotos viejas debajo de la cama.
Me abrieron la causa - Apilador de Fotos decía la carátula-, pero después todo quedó en el olvido.
Hoy estamos con mucho entusiasmo y ganas de tragedia –creatividad diría quien no entendiera-, y le seguimos dando vuelta a los saquitos de te y los hombres que quieren ser chicos y robarle flores azules a los caballos.
¿Que sos sonzo que no te diste cuenta que cuando te cansas de Nietszche tenés que volver a Maria Elena Walsh y viceversa?
Y obvio que le queremos dar nombres a las cosas, ¿ o se creyeron que nos creíamos superhombres?
Así que hablamos de mate, torta frita y Atahulalpa. Y si mañana yo empiezo a hablar de música gitana nadie se va a poner mal. Y si hago eso es porque estoy escuchando música gitana, no porque tengo un agujero negro adentro de la cabeza del cual salen cosas, y que si presento ese agujero negro en sociedad y le pongo nombre me dan el nobel.
¿O te creíste que jugábamos al grupito de los nostálgico-nacionalista-avaros?
Sí, avaros digo, que hablamos diciendo cosas difíciles, porque en el fondo nos queremos guardar todo para nosotros y no compartir nada.
¿Te creíste que nos poníamos togas y pensábamos en el final del mundo y en cómo revelártelo?
Pero si seguís siendo la misma que cuando tenías ocho años, no te diste cuenta. Yo te lo quiero mostrar pero vos no me dejas. Pero no lo hago con palabras y metáforas, eso es para otra cosa. Eso es para recordarme a mi mismo que estoy vivo, lo hago todos los días, y ya ni me pregunto si lo vas a leer. Eso era cuando era chico y tenia miedo de largar palabras porque todavía me preguntaba cómo iba a sonar en tus oidos. Y a eso le llaman cultura. Palabras difíciles y muchas citas y agujeros negros que después ponemos en el Museo de los Obligados (Diaz Velez 1334). Sobre todo muchas citas, para acordarte que no estas solo, y que andas a hombros de gigantes, como quien dijera.
La razón por la que no nos entendemos es porque yo escribo y hablo para recordarme que estoy vivo, y vos porque me queres decir algo. Mi problema es que no me acuerdo más como se hacía eso. Solo escribo y me comunico jugando con vos. Sí, querida, estoy jugando con vos, así que dejate de joder con la teoría de la milanesa que no va para ningún lado. Una receta mas en algún libro de cocina –y si la publicas en ingles mejor-. ¿Te creíste que con eso ibas a hacer la diferencia? Y más vale que hagas la diferencia porque sino estas sonada.
Lo único que te puedo decir es que ojalá vos también estés jugando conmigo, ojala estemos jugando a lo mismo porque yo ya no puedo pensar mas en si los otros juegan o no.
Eso lo hacia cuando era chiquito. Iba y le preguntaba a las personas si quieren jugar a la mancha, si querían ser mis amigos o si les podía dar un beso.
Después se acabo, y ahora ya me olvidé completamente.
Y la cantidad de expresiones que te explicaron mal…

Estoy jugando con vos.
Estoy manipulando mi mirada y mis movimientos.
Ser responsabla.
Ser humano.
Ser fiel.

Y la lista sigue y es larga. Todas mal te la explicaron. Yo te dije que por qué no te ponías a romper todo eso, y creeme que no sirve si lo hago por vos. No sirve de nada si te cuento como termina el mundo.

Les digo que conocí por lo menos una mujer que enseñaba sin abrir la boca. Todas estas cosas ni se las tuve que explicar y cuando trataba me hacia sentir como un imbécil. Deberian empezar a envidiar esa sensacion (lo de sentirse imbecil digo).
O quizás sea mi excusa para declarar el paraíso en la tierra aunque mas no sea con fecha de vencimiento.

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