viernes, 3 de diciembre de 2010

Malestar general de la cultura

Dos pesos y a la bolsa, un poco menos de culpa del animal al cual le es lícito hacer promesas. Dos gotas de vergüenza, tomillo y una pizca de azúcar para cortar la acidez con la que caminan los ciegos de la vida; los que van de cabeza, pedaleando con las manos y viviendo abajo de la tierra, en el vientre de una serpiente que se arrastra por túneles de carniceros de Roast Beef y pibes lechuza.
"Siempre fui un pajarraco" pensaba Fer en su honda reflexión de resaca y noche de telo. Le costaba admitir que era virgo en el amor y nunca había hecho debutar al corazón. Así que con el termo lleno, abajo del hombro, de desesperación y paranoia, como nuevo en el pabellón, ponía todos los días su espalda contra la pared y evitaba mirar a los ojos. Pero atento; atento a la jugada.
Rabona al arquero de la moral y salir a patear la noche. Buscaba la muerte, un poco de vida alternativa a las huellas marcadas y los giles hechos de fabrica para obedecer. Pero volvía siempre al mismo bar de gente que no bancaba ni un toque, de zambas en do, de pavos reales y avestruceses midiéndose la pija.
Tal vez pensaba en que todo se iba a solucionar poniendo una parrilla o tal vez, creando una banda de rock evocando al gran papo. Pero lso 60´s y ahora el tecno y la internet o la ultra post modernidad dejaban pocos lugares abandonados a la dulce dejadez del ser.
"Reformulo. Quedan pocos lugares donde me puedo dejar ser"

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