jueves, 8 de marzo de 2012

Ululeos y Payasos Maricones



Sabido es que algunas clases paraguayas se reniegan a hablar el guaraní. Imposible se les hace no entenderlo, por más empeño que pongan en fingir.
Nadie ignora tampoco que los verdaderos lenguajes, aquellos que con verdad se clavan en los poros, son los orales, los temporales. Todo eso a pesar de que tan tontamente hayamos acabado por asociar el lenguaje a los alfabetos. Quizás, porque las letras son imágenes fuertes, fáciles de recordar, aunque esa explicación suena un tanto ingenua.

A pesar de todo, la tiranía de la letra y la pluma no ha podido frenar el empeño de todos en crear lenguajes nuevos todo el tiempo, códigos secretos o públicos que se imponen e imponen, y buscan demarcar todo el tiempo lugares y formas, siendo al mismo tiempo parte de esa misma demarcación. Lo hacen por dentro, como los fierros que determinan la figura de un dinosaurio de yeso.

Los ejemplos son tantos que amenazan por adueñarse de toda la hoja. Los adolescentes con su lenguaje de clan o los marineros que pueden imaginarse mejor que nadie a la tierra girando. Los payasos y trapecistas, y todo el batallón circense, que con sus abreviaturas de profe de educación física para adolescentes acaban por verse sitiados por el mismísimo Club de Amigos. Los enamorados que no pueden evitar el ululeo entre la poesía y la cursilería, poseídos por bandidos de mercado oriental, tomando algo de allí y de acá, todo para armar naturalezas muertas coronadas por una daga incrustada en una naranja. Naturalezas y dagas recubiertas por pieles de camello. Fantasmas íntimos y compartidos.

Demarcaciones con sentido que acaban por producir lugares para sentidos nuevos. Ululeos de personas por los lenguajes, personas marcadas por los lenguajes que sin embargo pueden y suelen escapar hacia otros, fingiendo olvidar los anteriores.
Ficciones –aquellos escapes- que incluso suelen adquirir potencia de verdad y mantenerse incólumnes frente a un coro de payasos que lloran y se lamentan al verse no reconocidos por su viejo amigo.

Como siempre, todo eso era solo para contarles que aquí nos interesamos por los lenguajes vitales, aquellos que acaban estando tan impregnados a la carne que no podrían despegarse sin consecuencias cáusticas, sin acabar con la vida misma.

Estos lenguajes con amenaza caústica, esa información o intención detrás de los ojos que no dice solo cómo mirar sino que también es el origen mismo de algún semblante cualquiera, son reaseguros de clanes invisibles. No ya códigos simplemente, no ya modos secretos de comunicación en tiempos autoritarios.
Son cables tensados con punto de apoyo detrás de algunos ojos; cables que tensan lugares que sobreviven a cualquier amor o amistad. Lugares de superficies tensas que rebotan, y en los que uno no puede pararse de cualquier manera, pero en los que nadie que se sepa parar será jamás abucheado, incluso frente a aquellos payasos que ni siquiera lloran ya por un amor pasado del que nada queda.

Excepto,
a veces,
esto.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario