domingo, 5 de septiembre de 2010

Carta de cumpleaños

Se derrumban los castillos, y sus ladrillos y murallas se desploman en las gotas de una llovizna, en el borbotear sereno sobre el lago de Palermo. Laberinto de rosas, esconden un mortuorio tesoro, de esa piel transpirada, del sudor oscuro que se hace nube y trueno. Los caballos blancos aparecen en la tarde gris, comen todas las flores azules, enloquecen, relinchan y se suicidan.

Pronto todo queda en silencio, desaparecen los matices, sale una luz de las nubes y aparecen las niñas de canastita bailando entre las rosas. El coro le canta a la fiesta, al disfraz de miel “Niño niñito que lloras lagrimas de cristal No derrames al viento que descalzo te vas a pinchar que descalzo te vas a pinchar”

El niño abre los ojos y está recostado en el césped, su mirada al cielo es un baldazo de agua frío, se puede ver la inmensidad, fragmentos de vidas que un cine nunca podrá proyectar. Se encuentra solo, dandose cuenta que ese es el final.

Duelen las venas cuando la sangre las atraviesa, como agujas, y el sol besa la mejilla. El silencio te deja saborear el instante, y ahora entendés que los años y el tiempo y el que los cumplas feliz, tal vez, son el arcoiris que brilla en una lagrima, que al fin el tiempo y la vida nunca se entendieron, así que te vas de a poco, mientras la imagen se vuevel cada vez más gris y de a poco el dolor se eleva el cuerpo no se soporta el dolor tan fuerte no te permite el cuerpo y queda ese lugar donde se deslizan los sueños y los ojos lentos como vibra la vida se va…






2 comentarios:

  1. No existe el tiempo.
    Siempre digo que me gusta lo que escribís porque es verdad. Muy bueno, querido!

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