miércoles, 4 de agosto de 2010

migas de pan

Como un graznido de sirena se acomodaban los doctores, el circo cantaba y ellos a la acción. Parvada de maquinas institucionalizando la perfección y allí salía el cuerpo perfecto, la cara ideal. Eran una cuestión de miles y miles, arreglar la cara, establecer la belleza.

Mientras tanto un cántaro de barro se rompía en silencio, poco se sabe acerca del daño que produce la caída de una ilusión, la desesperanza como política de globalización. Digamos que todo espacio puede ser propiedad, digamos que el espacio tiempo es contabilizado, y todo lo contabilizado tiene precio, se acumula o se pierde. Así no cabe una conciencia terrenal, así el corazón se siente afeitado, despedazado. Una gota cae de los ojos, agua oscura rebalsa la mesa, un sin fin de horizontes violetas lloran la muerte del zorzal, pues el campanario llegó. El circo de luces y ruidos, pues es eso, ¡Tengo más mármol que vos! ¡Esto si que es un palacio! Las estructuras gigantes, los ruidos y las drogas. Decían que la religión era el opio de los pueblos, bueno ahora tenemos opio para el pueblo y listo, leviatanes físicos se toman vacaciones donde la legitimidad no llegó, y así, así todo lo mismo, el ser, lo mismo y la nada.


Zurcido el dolor, parche en los vacíos, maquillaje y la vida sigue, el camino hay que seguir transitándolo, condenados a levantar la roca para dejarla caer y caer, caer en el estúpido error, que es error cuando hay un corrector, cuando está el deber. Así el marxista levanta la mano contra los burgueses y el neoliberal pide cárceles, y desprecian los poetas cínicos a los pobres que se emborrachan y golpean la cabeza contra la pared, porque ya es demasiado tarde, porque la misericordia es para el cordero de dios y no para el ángel negro caído. Así que se organizan los expertos y forman su club anti resto, y así seguros se jactan de ser ellos y vedar el ingreso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario