domingo, 1 de agosto de 2010

La sombra

Él todos los días la pasaba a buscar por la casa, como un bacán o un capitán de barco, pero en bicicleta y para ir a la escuela. Hendían las calles, primero de tierra, después de asfalto, en el caño o en el manubrio. Ella siempre se reía y él disfrutaba su risa, los pelos al viento y los pastelitos de membrillo. Así fue que le batió que la quería, con mates en la laguna, la besó.
Ella soñaba con andar con tipos tapa de revista, con personajes de la farándula y trajeados de chequera. Él era un pobre vendedor mentiras metafísicas, así que cuando se fueron a estudiar ella lo dejó. Él nunca se lo pudo perdonar y se hundió en la tristeza más profunda del tango y la ginebra.

Ahora ella se encuentra sola en una pieza, clava un Valium y se acuesta a dormir. Es Sábado y suena en la radio un tango que él le compuso y empieza diciendo:
Muñequito de trapo ¿Por qué no te vas a dormir?

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